Luke 21

La ofrenda de la viuda

1Levantó los ojos y vio a los ricos que echaban sus dádivas en el arca de las ofrendas. 2Y vio también a una viuda menesterosa, que echaba allí dos moneditas de cobre; 3y dijo: En verdad, os digo, esta viuda, la pobre, ha echado más que todos, 4pues todos estos de su abundancia echaron para las ofrendas de Dios, en tanto que esta echó de su propia indigencia todo el sustento que tenía”
4. Véase Mc. 12, 43 y nota. Cf. Sant. 2, 5.
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Vaticinio de la ruina del templo y del fin del mundo

5Como algunos, hablando del Templo, dijesen que estaba adornado de hermosas piedras y dones votivos, dijo
5 s. Véase Mt. 24; Mc. 13 y notas. También aquí parecen enlazadas las profecías de la ruina de Jerusalén y del fin del siglo, siendo aquella la figura de esta. Véase sin embargo v. 32 y nota.
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6“Vendrán días en los cuales, de esto que veis, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”. 7Le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas, y cuál será la señal para conocer que están a punto de suceder?”
7. Véase Mt. 24, 3 y nota. Aquí la pregunta se ciñe más a la ruina de Jerusalén. Después de anunciada esta (v. 20-24), Jesús entra a hablar más de propósito acerca de su venida (v. 25 ss.).
8Y Él dijo: “Mirad que no os engañen; porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: «Yo soy; ya llegó el tiempo». No les sigáis. 9Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os turbéis; esto ha de suceder primero, pero no es en seguida el fin”. 10Entonces les dijo: “Pueblo se levantará contra pueblo, reino contra reino. 11Habrá grandes terremotos y, en diversos lugares, hambres y pestes; habrá también prodigios aterradores y grandes señales en el cielo. 12Pero antes de todo esto, os prenderán; os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, os llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre. 13Esto os servirá para testimonio
13. Nótese la diferencia con el texto semejante de Mt. 10, 18, que habla de que los discípulos de Cristo perseguidos darán testimonio ante sus perseguidores (Sal. 118, 46). Aquí, en cambio, se trata de que esa persecución será, para los mismos discípulos, un testimonio o prueba de la verdad de estos anuncios del divino Maestro, y un sello confirmatorio de que son verdaderos discípulos.
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14Tened, pues, resuelto, en vuestros corazones no pensar antes como habéis de hablar en vuestra defensa
14 s. Cf. 12, 11; Mt. 10, 19. Promesa terrenal como las de Mt. 6, 25- 33, pero ¿quién puede hacerla si no es un Dios? Y si Él no fuera el Hijo ¿podría concebirse tanta falsía en prometer y tanta maldad en Aquel que pasó haciendo el bien (Hch. 10, 31) y desafiando a que lo hallasen en falsedad? (Jn. 8, 46 s.). Esta consideración “ad absurdum” es tan impresionante, que ayuda mucho a consolidar nuestra posición íntima frente a Cristo para creerle de veras todo cuanto Él diga, aunque nos parezca muy paradójico. Cf. 7, 23 y nota.
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15porque Yo os daré boca y sabiduría a la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir o contradecir. 16Seréis entregados aun por padres y hermanos, y parientes y amigos; y harán morir a algunos de entre vosotros, 17y seréis odiados de todos a causa de mi nombre. 18Pero ni un cabello de vuestra cabeza se perderá. 19En vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.

20“Mas cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed que su desolación está próxima
20 ss. Teniendo presente esta profecía, los cristianos de Jerusalén dejaron la ciudad Santa antes de su ruina, retirándose a Pella al otro lado del Jordán. El tiempo de los gentiles (v. 24) va a cumplirse, esto es, va a terminar con la conversión de Israel (Rm. 11, 24), y el advenimiento del supremo Juez. Cf. Ez. 30, 3; Dn. 2, 29-45; 7, 13 s.; 1 Co. 11, 26; Jn. 19, 37 y notas.
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21Entonces, los que estén en Judea, huyan a las montadas; los que estén en medio de ella salgan fuera; y los que estén en los campos, no vuelvan a entrar, 22porque días de venganza son estos, de cumplimiento de todo lo que está escrito. 23¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! Porque habrá gran apretura sobre la tierra, y gran cólera contra este pueblo. 24Y caerán a filo de espada, y serán deportados a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por gentiles hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido”.

25“Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad de las naciones, a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de sus olas). 26Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán conmovidas. 27Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria. 28Mas cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca”
28. Esta recomendación del divino Salvador, añadida a sus insistentes exhortaciones a la vigilancia (cf. Mc. 13, 37), muestra que la prudencia cristiana no está en desentenderse de estos grandes misterios (1 Ts. 5, 20), sino en prestar la debida atención a las señales que Él bondadosamente nos anticipa, tanto más cuanto que el supremo acontecimiento puede sorprendernos en un instante, menos previsible que el momento de la muerte (v. 34). “Vuestra redención” : así llama Jesús al ansiado día de la resurrección corporal, en que se consumará la plenitud de nuestro destino. Cf. Mt. 25, 34; Flp. 3, 20 s.; Ap. 6, 10 s. San Pablo la llama la redención de nuestros cuerpos (Rm. 8, 23). Cf. 2 Co. 5, 1 ss.; Ef. 1, 10 y notas.
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La señal de la higuera

29Y les dijo una parábola: “Mirad la higuera y los árboles todos
29. Véase Mt. 24, 32. Cf. 13, 6 y nota.
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30cuando veis que brotan, sabéis por vosotros mismos que ya se viene el verano. 31Así también, cuando veáis que esto acontece, conoced que el reino de Dios está próximo. 32En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado
32. La generación esta: Véase Mt. 24, 34 y nota. Un notable estudio sobre este pasaje, publicado en “Estudios Bíblicos”, de Madrid, ha observado que “el Discurso escatológico no tiene sino un solo tema central: el Reino de Dios, o sea, la Parusia en sus relaciones con el Reino de Dios”. Que “la respuesta del Señor (Lc. 21, 8 ss.; Mc. 13, 5 ss.) como en Mt. (24, 4 s.) y el cotejo de su demanda (de los apóstoles) con la del primer Evangelio, nos certifican que, efectivamente, de solo ella principalmente se trata” y que “la intención primaria de la pregunta era la Parusía soñada”, por lo cual “que el tiempo se refiere directamente a la Parusía es por demás manifiesto” y “en la parábola de la higuera se nos dice que cuando comience a cumplirse todo lo anterior a la Parusía veamos en ello un signo infalible de la cercanía del Triunfo definitivo del Reino”; que la expresión todo esto significa todo lo descrito antes de la Parusía; que el triunfo del Evangelio encontrará “toda clase de obstáculos y persecuciones directas e indirectas” y que a su vez “la generación esta” implica limitación, presencia actual, y “tiene siempre, en labios del Señor, sentido formal cualificativo peyorativo: los opuestos al Evangelio del Reino (como en el Ant. Test. los opuestos a los planes de Yahvé)”. Cita al efecto los siguientes textos, en que Jesús se refiere a escribas, fariseos y saduceos: Mt. 11, 16; Lc. 7, 11; 12, 39, 41, 42, 45; Mc. 8, 12; Lc. 11, 29, 30, 31, 32; Mt. 16, 4; 17, 17; Mc. 9, 19; Lc. 9, 41; 23, 36; Lc. 11, 50, 51; Mc. 8, 38; Lc. 16, 8; 17, 25. Y concluye: “De todo lo cual parece deducirse que la expresión la generación esta es una apelación hecha para designar una colectividad enemiga, opuesta a los planes del Espíritu de Dios, que inicia la guerra al Evangelio ya desde sus comienzos (Mt. 11, 12; Lc. 16, 16; Mt. 23, 13; Jn. 9, 22, 34, 35 y en general a través de todo el Evangelio); el “semen diaboli” (Gn. 3, 15; cf. Jn 8, 41, 44, 38, etc.), en su lucha con el “semen promisum” (Gn. 3, 15 comp. Ga. cap. 3, especialmente 16 y 29)”.
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33El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 34Mirad por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de glotonería y embriaguez, y con cuidados de esta vida, y que ese día no caiga sobre vosotros de improviso
34. Lo único que sabemos acerca de la fecha del “último día”, es que vendrá de improviso. (Mt. 24, 39; 1 Ts. 5, 2 y 4; 2 Pe. 3, 10). Por lo cual los cálculos de la ciencia acerca de la catastrofe universal valen tan poco como ciertas profecías particulares. Velad, pues, orando en todo tiempo (v. 36).
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35como una red; porque vendrá sobre todos los habitantes de la tierra entera. 36Velad, pues, y no ceséis de rogar para que podáis escapar a todas estas cosas que han de suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre”.

37Durante el día enseñaba en el Templo, pero iba a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos. 38Y todo el pueblo, muy de mañana acudía a Él en el Templo para escucharlo
38. Algunos manuscritos (grupo Farrar) traen aquí la perícopa Jn. 8, 1- 11 (el perdón de la adúltera) que, según observan algunos, por su estilo y por su asunto pertenecería más bien a este Evangelio de la misericordia.
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